viernes, 1 de septiembre de 2017

Jesús miraba mujeres

Jesús miraba mujeres

Evangelio según San Marcos 1,29-39

La suegra de Pedro

publicado en “Jesús miraba mujeres”, Ed. Claretiana
El Evangelio de Marcos narra que Jesús comenzó a predicar el Reino de Dios a orillas del lago de Galilea:
Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí  proclamaba la Buena Noticia de Dios: “El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia”. 
Mc 1,14-15
Y seguramente todos tenemos presente que una de las primeras cosas que hizo Jesús fue convocar a quienes formarían parte de su comunidad: los pescadores del lago de Galilea.
Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: “Vengan conmigo, y yo los haré pescadores de hombres. Al instante, dejando las redes, lo siguieron”.
Mc 1, 16-18
Entonces nos surge la pregunta: ¿Jesús solamente llamó a los varones? ¿No convocó a ninguna mujer? ¿No tuvo discípulas mujeres? Seguimos leyendo el Evangelio de Marcos y nos muestra a Jesús que predica en la sinagoga de Cafarnaum (una ciudad a orillas del lago) y luego ocurre esto:
Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó, y tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirlos.
Mc 1,29-31
Según Marcos, esta es la primera mujer que aparece en la vida pública de Jesús. Si es la primera, su presencia ciertamente nos revela algo sobre los inicios de la actividad de Jesús. El comenzó convocando a los discípulos, pescadores, y sanando a una mujer que se hizo servidora de la comunidad. Digamos de paso que Jesús no está eligiendo lo más distinguido de la sociedad: unos pescadores malolientes y una vieja enferma, en vez de reunir en torno a El a algunos sabios teólogos  o prósperos empresarios.
La suegra de Simón está enferma y está en la casa. Jesús llega hasta ella y la toca, la toma de la mano. Este acercamiento de Jesús, que puede parecernos algo tan simple y natural, implica en realidad un “saltar barreras” muy atrevido. El ideal de la época era que las mujeres permanecieran recluidas dentro de la casa, ocupadas en las tareas hogareñas. Jesús no es un miembro de  esa familia, y sin embargo, se mete en la casa hasta la habitación de la enferma. Y además, la toca. Los varones evitaban el contacto físico con cualquier mujer que no fuera de su familia, ya que las mujeres eran consideradas impuras. Incluso estaba mal visto que un varón hablara con una mujer en la calle.
Para sanar, Jesús se acerca, establece contacto físico, la toma de la mano. Salta la barrera de la casa, de la enfermedad y del prejuicio social, para traerle a esta enferma salud y salvación. Jesús llega hasta esta mujer, que podemos suponer anciana, ya descartada del sistema productivo y reproductivo, relegada a la intimidad de la casa. Simón y Andrés confían en el poder de Jesús  y piden por ella. Y Jesús la saca de la enfermedad y la transforma en servidora. La enfermedad la tenía en la cama, Jesús la levanta, la pone de pie.
Con la presencia de Jesús y de los discípulos en la casa, se amplía el horizonte de acción de esta mujer. Ya no es sólo su familia la que recibe su servicio: es toda una comunidad. La presencia de Jesús significa para ella romper los límites de la casa y la familia y entrar en un círculo más amplio, donde pasará  a relacionarse con más personas: la comunidad cristiana.
La suegra de Simón aparece en el comienzo de la actividad de Jesús. Ella es la primera mujer que, respondiendo al paso de Jesús en su vida, se integra a la comunidad, de pie, como servidora. Su sanación tiene para ella el mismo efecto que en los pescadores tuvo el llamado de Jesús. Ellos respondieron siguiéndolo y haciéndose pescadores de hombres.  A la presencia sanadora y salvadora de Jesús, ella respondió, no con palabras, sino con su servicio. 
Para Conversar en grupo
  • La suegra de Simón estaba aprisionada por la fiebre, tirada en la cama y metida en la casa. Hay mujeres que, si bien no tienen diagnosticada ninguna enfermedad, están en esa situación de opresión y encierro. ¿Conocemos mujeres en esta situación? ¿Qué las lleva a estar así?
  • Simón y Andrés pidieron por esta mujer. ¿Qué hace nuestra comunidad por estas mujeres? ¿Existe en la comunidad un espacio donde ellas puedan participar y vivir su relación con Jesús?
  • Podemos compartir nuestra propia experiencia acerca de cómo la pertenencia a la comunidad cristiana nos abrió los límites de la familia y nos relacionó con otros hermanos y hermanas.
  • ¿Qué buena noticia tiene este texto para varones y para mujeres?

No hay comentarios:

Publicar un comentario